El puesto de trabajo de un peluquero no suele ser muy variable. Normalmente consta de uno o varios asientos de peluquería (dependiendo del tamaño del local) y de una encimera o mesita donde se localizarán todos los elementos necesarios para realizar el trabajo, algunos son toallas, rulos, peines, cepillos cuchillas, secadores, espejos de mano horquillas, agujas para realizar mechas, etc.
El espacio debe de estar bien distribuido y dejar sitio suficiente para que el peluquero mantenga una movilidad adecuada y evite tropiezos. Un ejemplo podría ser que los cables de secadores o maquinillas no deben de estar enredados lo cual podría resultar peligroso tanto para el paciente como para el profesional. Además, es importante también que el lavabo donde se aclara el cabello del cliente no esté muy próximo a fuentes eléctricas por motivos de seguridad.
Otro aspecto a tener en cuenta y en la medida de lo posible es la existencia de una habitación complementaria al local donde guardar el material de limpieza. Una peluquería, debido a toda la gente que recibe al día, es una fuente inmensa de bacterias y de posibles infecciones si no se tiene una buena higiene, por tanto, al final del día, es preciso desinfectar de forma concienzuda todo el espacio con productos de limpieza. Estos productos que pueden ser químicos no deberían estar junto a los clientes, de ahí la importancia de un cuarto de limpieza.
Además, tienen que tener en cuenta una serie de elementos que deben ser controlados y adaptados para la cuidar la ergonomía del trabajador y del cliente. Entre estos se encuentran el lava-cabezas, sillas y tocadores.
Centrándonos en el ambiente, la luz más beneficiosa es la natural, por lo que es muy bueno tener ventanas y una buena iluminación, pero a ciertas horas no es suficiente esta luz y se necesita la luz artificial para poder trabajar bien. En el caso de la artificial, la más beneficiosa es la blanca y con una intensidad justa para no forzar la vista y que no produzca fatiga visual.
El otro factor del ambiente es la temperatura, la cual debe estar siempre en un rango moderado, lo ideal es en verano entre 23-25 grados centígrados y en invierno entre 21-23 grados centígrados. Esto beneficia tanto al profesional como al cliente, ya que el peluquero puede utilizar la ropa que más cómoda le sea, ya que debe estar en un movimiento continuo, y el cliente no se encuentra fatigado ni arrecido.
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